Rosa Muñoz, una de las máximas exponentes de la fotografía construida, en la que se inscriben sus primeros trabajos, no ha dejado a lo largo de su trayectoria artística de experimentar y pulsar su propio lenguaje, desbordándolo y conquistando una tercera dimensión. Esta seña de identidad en la que se reconoce a la artista en sus últimas producciones, sitúa al espectador frente a unas enigmáticas e informes piezas, que revelan las cuestiones de fondo que Muñoz viene abordando.
Esa permanente deconstrucción y construcción en la obra de Muñoz, ha llevado a la artista a atomizar imágenes para explorar el vínculo, la capacidad expresiva y visual de cualquier fragmento de las mismas. En este ejercicio de quebrar y componer, incorpora como soportes madera y celulosa que aluden a una naturaleza ahora física, que siempre ha estado presente en su obra a través de sus imágenes.
La artista, ha resituado formalmente su trabajo a través de sus últimas producciones, dotándolo de una tercera dimensión a través múltiples perspectivas, resultado de la superposición de fragmentos impresos. Son imágenes manipuladas manualmente, quebradas, rotas, astilladas que llegan al espectador como una alegoría metafísica de la imagen primigenia de la que parte. Una obra que se fragua sobre los límites inconclusos de sus aristas. La constante representación de la fractura conduce por un tránsito que llega a la belleza de un nuevo relato.
(Texto curatorial de Julieta Haro)